martes, 18 de noviembre de 2008

Democracia

El lente de Althusser en la pluma del autor: 8 condiciones para la democracia.

En plena recta final de nuestro curso, hacemos un recuento de ideas, de pensamientos, de argumentos esgrimidos y de contradicciones que nos surgen desde los nuevos conceptos y categorías que gracias a esta serie de análisis, pudimos explorar y desarrollar, sobre todo, polemizando un poco, como lo hizo el autor estudiado en el Paris del 68, con las estructuras y los imaginarios que nos cultiva la visión “normalizante” dentro del sistema político.

Al hablar de democracia, estamos enunciando al sistema político que por excelencia se ha impuesto en las sociedades modernas desde el siglo XIX, pero sobre todo durante el siglo XX y XXI. Se le considera por muchos, incluido este autor, un logro de las sociedades, pues permite virtualmente asegurarle a cada ser humano la oportunidad de “elegir y ser electo”, le otorga “derechos” frente a los poderes instituidos, le permite la ·”libertad de pensamiento y omisión del mismo”, la capacidad de organizarse y expresar su filosofía de vida a los cuatro vientos: es decir, la virtual idea de la libertad, sobre todo la libertad individual.

Algunos autores ven en la democracia más que una forma de gobierno, un estilo de vida en sociedad. Es decir, no solamente se funde en las relaciones Estado – individuo; sino en las relaciones individuo- individuo, colectivo (X) e individuo, individuo y familia, etc. Es entonces una forma de vida, es la concreción de una serie de valores en el seno de la “micro política”.

Para Robert Dahl, el pensador estadounidense que desarrolló el concepto de la “Poliarquía”, una institución, sea el Estado o la asociación de vecinos, debe cumplir una serie de condicionantes en su búsqueda por maximizar la democracia: es decir, como la democracia esta puesta en un “pedestal intangible” de ideales, una sociedad o asociación, cualquiera, es más democrática en cuanto más se acerca a esta serie de condiciones. Para este autor, la democracia es vista como un “máximo”, que debe ser alcanzado por una serie de acciones que le acerquen a tal “límite” para que las decisiones emanadas del colectivo sean creíbles como democráticas.

De todos los autores que el grupo de análisis político II ha analizado, es nuestro viejo amigo Louis Althusser quien tiene un pensamiento más contrapuesto al ideal “maximizante” de la democracia. Un fiel seguidor del marxismo cientifista, antihumanista y antihistoricista, nuestro autor llevó la bandera del marxismo durante la segunda mitad del siglo XX. Su pensamiento se desarrolló en conceptos como: la interminable “lucha de clases”, la idea revolucionaria de la historia, sin sujetos ni fines, la creencia de que las ideologías son la relación imaginaria entre las personas y sus condiciones materiales de vida, el marxismo como ciencia, ciencia de la historia y el materialismo histórico como su método; es decir, un marxista de línea bastante dura, que sin embargo tenía como objetivo sacar al Marx de los textos y revolucionarlo teóricamente, alejándose de las interpretaciones convenencieras de los entonces dirigentes marxistas.

Esta línea de pensamiento puede acotar bastante nuestro análisis sobre la democracia, porque se autodefine prontamente reacia a varios de sus postulados: La gran pugna que libró Althusser frente al PCF durante los años 60 y 70, fue principalmente por el intento del partido de negociar con los grupos menos radicales ideológicamente, para acercarse un poco más al entonces creciente grupo de electores y simpatizantes del comunismo, suavizando sus postulados, mostrándole su cara humana, su cara amable – emanada de los inicios hegelianos de Marx.

A pesar de mantener en el imaginario tales principios, intentaremos en este ensayo hacer una evaluación de los “condicionantes” hechos por Dahl desde el lente de “Althusser”, mismo que se ha aprendido parcialmente (aún poco) durante el curso. Las críticas y aseveraciones tratarán de ejemplificarse con situaciones de la vida política en el seno de la sociedad guatemalteca, para poder acercar el análisis a nuestra realidad cotidiana.

Desarrollemos entonces los supuestos condicionantes de Dahl. El pensador indica que existen tres premisas fundamentales que dan inicio a toda asociación democrática, y están relacionadas a la expresión de preferencias individuales en el proceso de decisión. Es decir, la democracia se toma, parcialmente, como la suma de las preferencias individuales en la decisión colectiva.
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Este proceso de decisión, se compone para Dahl de dos fases: “electoral” e “intraelectoral”. La etapa electoral, donde se llevan las preferencias individuales al seno del colectivo, debe tener como mínimo los siguientes tres supuestos- amarrados uno con otro-: Uno, cada miembro demuestra de alguna manera –votando por ejemplo- su preferencia sobre las opciones en una decisión; Dos, la igualdad de peso en cada argumento – o voto- durante las elecciones; y tres, la mayoría de las preferencias se proclama como decisión final.

Continuemos con Dahl. El cuarto supuesto es que cualquier miembro de la asociación puede incluir su alternativa entre las seleccionadas para la votación: Elegir y ser electos (este ejemplo es bien retratado en un país con 37 posibles opciones de partido político de cara al próximo proceso electoral, pero continuemos con la exposición de supuestos). El quinto supuesto es que todos los individuos deben poseer idéntica información sobre las opciones o alternativas.

Sexto punto: La mayoría gana, y las decisiones de la mayoría pesan sobre las minorías en el campo de las políticas postuladas (¿dictadura de las mayorías?). Como penúltimo punto se indica que “las ordenes electas se deben cumplir por todos los miembros” (¿sin dialogo ante las minorías?). Finalmente, el peso de la elección regirá sobre las políticas dictadas en la etapa post-electoral, debiendo adaptarse todo lo electo (someterse) a estos siete condicionantes.

Dahl es claro en indicar que nunca una asociación ha podido abordar los ocho supuestos de manera completa, pues siempre se da, por ejemplo, un liderazgo propositivo sobre una masa desinteresada, que coarta por ejemplo, el quinto supuesto. Para dar respuesta a la falencia de la “maximización” de valores democráticos, Dahl nos indica que solo será posible alcanzar tales condicionantes con otros procesos previos (o posteriores): la elaboración de consenso y la instrucción social de las normas. Es aquí donde se deslizará entonces nuestro bisturí rojinegro.

El autor liberal es claro también al mencionar que “siempre habrán elites dirigentes”, “hay masas desinteresadas” “poliarquía y diversidad social origina confusión”, “La poliarquía exige una coincidencia de pareceres relativamente amplia”, y finalmente, el que será bastante útil para nuestra elaboración “cuanto mayor es el desacuerdo sobre políticas, mayor será el nivel de autonomía social que hace falta para que exista cierto nivel de poliarquía”.

Tales argumentos vendrían a revitalizar los conceptos dirigidos por nuestro autor, Althusser. Pensemos un tanto, sobre la ideología: relación imaginaria entre el sujeto y sus condiciones materiales de vida. ¿Elegir y ser electo? Principio universal según la democracia liberal. Pero observando de fondo este supuesto, el número cuatro según Dahl –los tres anteriores son fácilmente fiscalizables en nuestra época, cuantificables e incluso exigibles- y cruzándolo con la obviedad de que siempre habrá elites dirigentes, es fácil decir entones que no todos pueden “elegir y ser electos”, necesitan de liderazgo, o poder. Poder que en una sociedad que premia la mercancía, como lo expone el análisis estructuralista, lo tendrán las clases dominantes dentro del sistema capitalista, es decir, la burguesía. ¿Qué principio es tan conflictivo como ese de elegir y ser electo, cuando últimamente la política se rige por el mercadeo exacerbado de una opción política, que no asuste y negocie con los intereses de las elites económicas?

Sin embargo, el voto nos hace sentir que “estamos eligiendo”, y podría, según Althusser, ser la expresión del trabajo de los Aparatos ideológicos del Estado –recordemos, los encargados de reproducir las relaciones de producción. Nuestro voto vale, nuestro voto cuenta. Yo decido. En realidad, frente a las campañas mediáticas que dirigen nuestra política hoy en día, las mayorías deciden persuadidas por los Aparatos ideológicos: los Medios, los valores del sistema, la idea intangible de “elegir y ser electo” e incluso…realidades provocadas. Tan intangible es el supuesto en sociedades como la nuestra, que incluso legitiman una clase política que lleva años y años, reciclando su discurso para mantenerse en el poder.

Poseer idéntica información sobre las opciones es otro ideal bastante manipulado por las opciones políticas de la democracia hoy en día. Los medios populares reflejan y dirigen generalmente la opinión pública, sobre todo en sociedades con bajos índices educativos (o criterios políticos, como en EEUU por ejemplo). Así, la exacerbación de la violencia produce inseguridad, la inseguridad necesidad de confort a coste de las libertades individuales: la mano dura. Si bien puede ser inconvincente nuestro argumento, no hay que obviar la poca inocencia de los medios de comunicación de plasmar sus intereses para dirigir la opinión pública.

El punto seis y siete de Dahl parece negar la posibilidad de las minorías de ser representadas en una decisión, que como hemos visto en clase, niega la posibilidad de llegar a acuerdos y proteger los intereses de todos. La llamada dictadura de las mayorías, la decisión emanada de la generalidad. Por algo, en EEUU, solo hay demócratas y republicanos… ¿porque?

En su argumentación, Dahl sugiere que las decisiones democráticas necesitan “instrucción y consenso, poca autonomía de los grupos”. ¿Es entonces, el trabajo de los AIE’S el necesario para tales acuerdos? Pues desde niños se nos enseñaron (a las sociedades post-conflicto donde crecí) las posibilidades: elegir y ser electos, derechos y obligaciones, igualdad del voto, símbolos patrios, educar para producir, producir para vivir, vivir para disfrutar, disfrutar consumiendo (¿?).

¿Hasta donde permiten los grupos y las élites de poder la democracia? ¿Cuáles son las legítimas opciones de las distintas alternativas? ¿Lo era Colom, lo era Wina’q, por ejemplo? ¿Lo será Obama? ¿Por qué no a las consultas populares? ¿No son acaso mecanismos de elección legítimos y democráticos?

Finalmente encuentro dentro de sus inocentes afirmaciones, un cóctel que nos servirá para rematar nuestro ensayo, y dar unas conclusiones que lleven al debate esta democracia, al menos la expuesta por Dahl: “a mayor desacuerdo, menos poliarquía”. Es decir, la necesidad en las elecciones democráticas estriba en el conocimiento de las opciones políticas, conocimiento dirigido por las “élites” encargadas de la instrucción y el consenso. Pero si se niega el disenso, se niegan los contrapesos sociales, como el lo expone al final. ¿Porque entonces debe haber un espacio en que se separan las poliarquías, ósea puntos no negociables ajenos a la discusión democrática? ¿No es la democracia dialogo, consenso y negociación? Todo ello en un primer plano.

Segunda reflexión: Necesidad de obviar el desacuerdo. La democracia poliárquica no tolera entonces, la diferencia de intereses…aunque Dahl los reconoce, por las desigualdades sociales que existen en toda comunidad. Más bien, los cita. ¿No viene entonces al acaso esta diferencia la “inmanente lucha de clases” bien defendida por Althusser? ¿Es posible resolver tales disensos en el seno de la democracia? Y no hablamos de obreros y capitalistas, como lo hacia Marx (aunque si reconocemos la formación del capital como la causante de las actuales divisiones). Hablamos de ricos y pobres, de miembros en el poder y de marginados, de educados y analfabetas.

Si bien Dahl al final menciona que los disensos no se deben analizar tanto en la dinámica constitucional, a lo que se entiende dentro de las instituciones, si no en la imposibilidad social de acceder a la democracia, no explica, como todos los liberales, los causantes al respecto. Como lo hizo Marx, como lo descubrió, como lo defendió Althusser: es resultado de las contradicciones entre las clases y su lucha histórica por el poder. ¿Qué clases? Los miembros en el poder y los marginados, los eternos pobres y los ricos.

El reto es entonces promover valores democráticos en lo político, promover el disenso, promover el dialogo, promover la negociación y la excelencia discursiva. Todos ellos, valores aunados a una liberación económica (en el sentido igualitario) que pasa siempre, por los intereses contrapuestos de las clases sociales. Ni blanco ni rojinegro, grises que conlleven a acuerdos necesarios para revertir sobre todo, las injusticias que permite, de las que se sirve y que oculta el sistema mundial capitalista. Es decir, la radicalización democrática, como se habla dentro del post-estructuralismo, puerta que abre y de la que se responsabiliza académicamente como iniciador a nuestro pensador, Althusser. Puede que sus postulados suenen bastante obsoletos, pocos quijotes quedan que defiendan el marxismo leninismo de la URSS. Pero como Marx, la herramienta teórica y las variables de análisis que abrió Althusser con su obra, trascienden más allá de los modelos políticos: en el mundo de las ideas.
[1] Es decir, dentro de la lógica de la sociedad como la sumatoria de sus individuos.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Historia, Partido comunista y Democracia en Guatemala: ¿Hijos de su tiempo o “inmanente lucha de clases”?


Como lo sabemos, el conflicto armado guatemalteco duro 36 sangrientos años. El penoso resultado de tal confrontación deja ahora cifras que explican en mucho nuestras dificultades de hoy en día. Y es que 20,000 muertos “oficiales” y casi 200,00 desaparecidos dañan y por mucho el tejido social de un país que aparentemente tardará décadas en sanar sus heridas. Sobre todo si la justicia hacia los culpables sigue llegando por la “mano divina”, cuando todos sabemos quienes son, y de que se protegen.

Tratar de levantar una democracia y una competencia electoral, con un sistema de partidos políticos sano, parece ser bastante difícil. Nuestra sociedad en este post-conflicto, quedo marcada por las directrices genocidas del Estado Guatemalteco, por lo que rechazo hacia las políticas de Estado –principalmente los pueblos indígenas-, hacia los partidos políticos y hacia la política en general vuelven nuestro camino aún más complejo. Sin embargo, los Acuerdos de Paz firmados hace 12 años entre guerrilla y Ejército vinieron a brindar un respiro a nuestra sociedad, pensándose, al menos en el papel, la posibilidad de gozar de una vida tranquila, en un marco en que se respetase el Estado de derecho y las distintas posiciones ideológicas en el juego democrático.


Pensarse en este escenario como un partido de izquierda, parte firmante de la paz, parecería en nuestro imaginario, con posibilidades de acceder al poder. Pero si las bases del mismo partido se forjaron en suelos poco estables, visiones ortodoxas y con un discurso que después de 36 años pareció no pernear a los actores necesarios, se complica nuestra visión.

El presente ensayo tratará entonces, de problematizar al partido histórico de la izquierda Guatemalteca –URNG y su visión política bastante apegada a los postulados de nuestro autor en análisis, Louis Althusser- y la validez teórica del marxismo ortodoxo, economicista y cientifista en sociedades que, como la nuestra, se vive una situación post-conflicto, sin justicia, sin Estado de derecho y sobre todo, con muchas de las causas del mismo irresueltas: Pobreza, racismo, violencia, marginación, silencio, injusticia, desigualdad.

Empezaremos pensando a los actores, específicamente, en aquellos que aparentemente estuvieron cercanos a los intereses de la guerrilla revolucionaria que pretendía, con la lucha armada, tomar el poder frente al bélico y punitivo Estado guatemalteco. Esto nos lleva entonces a pensar en los estudiantes, las juventudes católicas y los pueblos indígenas - entre otros-, todos agrupados en un solo movimiento que en sí, clamaba por el respeto a sus derechos fundamentales, es decir –y como en la Europa de los 30- agrupados contra el fascismo emanado de las cúpulas militares. Más allá de defender realmente la revolución proletaria, nuestros conciudadanos, asustados por un estado que como política planteaba la bota y el fusil para resolver cualquier demanda social.

Ante esta política represiva, cuyo destino pareciese haber sido el de llevar a las juventudes y grupos organizados a la clandestinidad guerrillera para allí acabar “legalmente” con ellos, muchos salieron exiliados, otros más callados, muchos más desaparecidos, y algunos, si, algunos cuantos, se involucraron en la guerrilla, comunista y ortodoxa. Pero plantear, como lo creía el Estado, que la idea del comunismo como “meta de vida” logró convencer al grueso poblacional es bastante infundada. Hecho que viene a evidenciarse el día de hoy en nuestro partido político de análisis.

Otro elemento que debe venir a nuestro análisis es el planteamiento Althusseriano de la historia como “proceso sin sujetos ni fines”, sin ideas humanizantes del obrero, con el partido como principal agente de cambio. La dirigencia guerrillera creyó, ante la ausencia del obrero proletario (y la prohibición del partido) en el campesino indígena –binomio sumamente homogeneizante- como el sujeto político que, como masas, llevaría la carga histórica de “revolucionar” nuestro Estado. Si bien tal idea fue trabajada y logró niveles significativos de persuasión, la política represiva del Estado disolvió cualquier convencimiento dentro de los pueblos indígenas de apoyar la vía armada de la guerrilla comunista. Además, una guerrilla poco organizada y bastante dividida, no supo defender a los persuadidos, perdiendo legitimidad en muchos pueblos donde gozaba de cierta popularidad. Y como culminante, la guerrilla tardó mucho en entender el elemento étnico, cegados por las directrices occidentales que como la de Althusser, pretendieron ser aplicadas en nuestra sociedad.

Acierto para Althusser, porque como el lo expuso la lucha de clases parece no tener un proceso fijo ni un actor especifico. La necesidad de aprovechar las coyunturas era para el evidente, como lo hizo el príncipe de Maquiavelo, como lo debían hacer los PC’s del mundo. La guerrilla guatemalteca buscó al sujeto histórico, y aparentemente, este no era lo suficientemente fuerte, persuadible y organizado para defender los abstractos ideales que les planteaban. Permaneció dividida, en esa necesaria coyuntura que probablemente se vivía a mediados del 78, siendo el aparente actor emergente no la guerrilla, sino el estudiantado universitario guatemalteco. Cuando esta trató de hacer reacción, la victoria militar del Ejército era evidente, pisoteando claro, la dignidad y los derechos de miles de guatemaltecos.

La firma de paz fue casi impuesta por las elites militares y económicas, pues la segregación del Estado guatemalteco a nivel mundial ante la violación de derechos humanos nos había marginado de la política internacional y comercial. Así, la guerrilla daba un respiro, pues la democracia naciente le permitiría entrar como partido político a la legalidad en el país. La “paz” se firmo en 1996, y URNG, el PC Guatemalteco, participó por primera vez en 1999, con un resultado prometedor al haber obtenido 12% del total de votos emitidos. Sin embargo, cuatro años después obtuvo cerca del 4%, y en las pasadas elecciones, 3% del total de votos y 2 diputados de 158 en el congreso de la república. ¿Qué pasa hoy con nuestra izquierda político partidista? ¿Dónde están las bases que le permitieron subsistir clandestinamente durante 36 años? ¿Realmente, existieron estas?

Probablemente, muchos de los lideres de la izquierda guatemalteca están desaparecidos o asesinados, líderes que tal vez hoy nos ofrecerían soluciones y opciones legitimas para conducir a nuestro país por el camino de la justicia, social y económica. Otros elementos base, decepcionados del movimiento armado, parecieran inmiscuidos en labores políticas ajenas a los partidos. Pero al parecer, la izquierda partidaria guatemalteca vive el mismo destino que las izquierdas ortodoxas del mundo, al menos, las que están inmiscuidas en la lucha democrática: su debilitamiento y necesidad de recomposición. Y en este caso, nuestro autor y sus ideas han tenido el mismo destino… por lo menos en su posicionamiento político.

Los errores de la izquierda guatemalteca, la guerrilla de tiempos anteriores, son entonces bastante influyentes en el poco apoyo de las masas hacia su causa. Pero también lo es su ortodoxia ideológica, misma que Althusser y el PC francés vivieron en su época. Seguir planteando como meta la lucha de clases y no retomar toda la crítica y evolución teórica que en los últimos años se ha producido en el mundo intelectual, no le permite tomar la posición de una izquierda renovada, cercana por ejemplo, a las reivindicaciones de género o a los movimientos ecologistas, aunque si hayan tenido interés en la promoción de las demandas de los pueblos indígenas- siempre bajo su lente interpretativo. Los lideres, en este caso, siguen como “hijos de su tiempo”, cerrados en su lucha y visión de mundo.

Mientras tanto, muchas de las causas que se intentaron resolver mediante la lucha armada y la firma de los acuerdos de paz siguen presentes en nuestra sociedad: Pobreza, discriminación, desigualdad, injusticia, silencio, impunidad… es decir, las causas de la “inmanente lucha de clases”. A Althusser se le crítica que a pesar de negar al proletario como sujeto histórico del cambio revolucionario, daba al PC la misma responsabilidad, por lo que contradecía su supuesto. Sin embargo, su teoría indicaba que el sujeto de cambio, “el príncipe maquiavélico”, surgía del conflicto, surgía de la nada, y actuaba sobre la coyuntura…llevando los intereses del pueblo ante “los grandes”. ¿Cuál es nuestra coyuntura? ¿Surgirá el nuevo sujeto, el nuevo producto de la historia, de la inmanente lucha de clases? ¿Pueden conciliar los cambios revolucionarios con la democracia? Si no es la vía armada, ni el partido comunista en la democracia… ¿Que será el “nuevo príncipe”? …Porque las causas de la inmanente lucha de clases siguen siendo razón permanente de conflicto en nuestro país.

Ideología: Louis Althusser

Para intentar desarrollar el perfil ideológico de nuestro pensador francés, debemos primero situarnos - y en contra de sus postulados- en su contexto histórico, la Europa de la post-segunda guerra mundial, la Europa de la Guerra Fría, cuando la lucha entre la Rusia soviética y el capitalismo abanderado por Estados Unidos permeaba la totalidad de las acciones políticas no solo de este continente, sino del mundo.

Fue durante tal momento histórico cuando Louis Althusser desplegó su fuerte e influyente desarrollo teórico, preponderante en la Francia intelectual de los años 60 y principios de los 70, los que Touraine cataloga como el “canto de cisne” del Marxismo –recordemos los movimientos estudiantiles de Paris, México, además de la revolución cultural china y el apogeo de la Cuba castrista, gracias en parte a la mistificación del Che Guevara. A partir de tales referentes, podremos empezar a desarrollar la obra de uno de los pensadores más influyentes de la Francia del 68 y del marxismo como teoría científica.

Posicionamiento Político

Desde 1948, Louis Althusser fue parte del Partido Comunista Francés. Se abrazó al mismo convencido de que este partido le brindaba “los medios para la realización de la fraternidad universal”, y por la fuerte convicción y fervor con el que los partidarios comunistas de toda Europa luchaban en contra del enemigo de la época, el fascismo. El mismo expuso alguna vez que la historia tomó prontamente a la juventud de su época, sobre todo a la pequeño burguesa, llevándola rápidamente, gracias a la guerra y al movimiento popular español, a entender “la existencia de las clases, su lucha y su significación”. Frente a esas evidencias concluyó enrolarse al partido comunista de su país, donde fungió como uno de sus más influyentes filósofos - aunque el mismo se consideraba como un “agitador de la filosofía”, pues para el la filosofía era la expresión de la lucha de clases en el seno de las ideas- hasta su salida en los años 70.

Su accionar teórico lo desarrollo con la intención de brindar al partido comunista francés las herramientas filosóficas para su accionar dentro de la sociedad. Era un “no-filosofo”•según algunos pensadores, pues su desarrollo teórico tenía como principal objetivo brindar a la organización comunista fundamentos para obrar, desde su punto de vista, como actores políticos, productos de la historia y por tanto, de la inmanente lucha de clases.

Como ya lo habíamos expuesto con anterioridad- en nuestros anteriores ensayos- Althusser consideraba que Marx había descubierto un “continente científico” con el materialismo histórico, “la ciencia de la historia”. En este orden de ideas, el francés creía que la ciencia es la madre de la filosofía - y no como se piensa al revés-, pues la ciencia genera los fundamentos filosóficos al operar y comprobar con métodos científicos las condiciones materiales de vida, las leyes de la naturaleza: “Así por ejemplo, Galileo fue fundamento de Descartes, la matemática de Tales de Mileto de la filosofía de Platón”. Bajo esa premisa, creyó que la función de los pensadores marxistas sería desarrollar la filosofía marxista desde “la ciencia de la historia”, ya que el propio Marx solo dejó indicada en algunos de sus textos ciertos indicios filosóficos – por ejemplo, en el Manifiesto Comunista.

Posicionamiento Filosófico

Por su desarrollo teórico, muchos lo categorizan como “marxista ortodoxo”, o bien “marxista integrista”. Althusser se enfocó en defender los postulados científicos, el materialismo histórico y la lucha de clases expuesta por Marx frente a los postulados humanistas e historicistas que interpretaban los ideólogos del PCF de la obra del Marx joven, en su búsqueda por llegar al poder político a través de la democracia electoral, ensalzando al sujeto “histórico“, el obrero, como el encargado de conducir a las sociedades a la lucha proletaria, y buscando atraer los votos de las juventudes cristianas. En contraparte, Althusser interpretaba la historia como un proceso sin sujetos ni fines, cuyo motor sería la lucha de clases, donde nada esta predeterminado, por lo que la subjetividad del obrero quedaba debajo de la importancia del partido, agente de la revolución, más que actor de la misma. El marxismo interpretaba las leyes del capitalismo, y era la función de los filósofos y del partido (como lo decía Gramsci) la de encaminar a las masas a la revolución. El partido cumpliría la función un combatiente mítico, comparándolo con “el príncipe” de Maquiavelo.

Bases “científicas”

Ya que mencionamos algunos pensadores que nuestro autor prefirió, abordemos entonces aquellos preceptos que sirvieron para el desarrollo teórico de Althusser. Fueron precisamente Gramsci, Lacan, Maquiavelo, Spinoza y por su puesto Marx los pensadores que mayor influjo tuvieron sobre nuestro autor, aunque también se habla de Rousseau y Montesquieu.

De Gramsci al parecer tomó la teoría de la hegemonía y la función que cumple la superestructura sobre la infraestructura, y el papel de los intelectuales orgánicos, situación que junto al pensamiento de Lacan emanado del psicoanálisis, le permitió entender la ideología – su más importante o famoso desarrollo teórico- como “la representación imaginaria de los sujetos con sus relaciones sociales, con sus condiciones reales de existencia”. Este concepto dio paso a su teoría sobre los aparatos ideológicos del Estado, expuesta en nuestros anteriores ensayos.

El estudio de Gramsci lo llevo a Maquiavelo, a su realismo antropológico, pues permitió a Althusser afirmar que el Estado moderno es una consecuencia de la historia y de la lucha entre estados que condicionó al humano, en contra de la visión moderna que expone al Estado como “la consecución del derecho natural y la linealidad histórica”. Además, entendió la irrupción del príncipe Florentino – de Maquiavelo - como un actor político del pueblo contra los grandes (los feudos, la iglesia) y la necesaria habilidad de este para articular las fuerzas existentes en una unidad política. Esta concepción del príncipe la comparó con la irrupción necesaria del PC en contra de los grandes de la época contemporánea, no como actores del destino, sino como sujetos necesarios en coyunturas específicas emanadas de la eterna lucha de clases, desplegando su virtud solamente a través del conflicto.

De Spinoza retomó la teoría que comprobaba a través del orden geométrico, la inmanencia de todo lo real, pues comprobó que el hombre estaba condicionado por las leyes de la naturaleza, por fuerzas endógenas y exógenas. Es decir, el pensamiento materialista que sirvió a Marx para el desarrollo de su teoría científica, pues ambos veían la necesidad de entender todo bajo el “ángulo de la eternidad”, la ciencia de la historia, una historia sin sujeto ni fines, cuyo motor, en un añadido de Marx, serán las contradicciones entre las fuerzas productivas emanadas de la dialéctica en las fuerzas productivas.

Su obra de vida: El cientifismo marxista

Finalmente, como bandera principal, nuestro autor tomó del producto científico Marx la base de su desarrollo filosófico y político de toda la vida, pero específicamente de aquel que nació posterior a la ruptura epistemológica en la obra de “El Capital”, la que para Althusser, descubrió la ciencia de la historia –y de toda filosofía- : el materialismo dialéctico, el materialismo histórico.

Algunos críticos pensarán a Althusser como “un hijo de su tiempo”. Ante ello nos preguntamos ¿Quién no lo es?... pues como él nos lo dice: “compartimos todos la misma historia, y es por ahí donde empieza todo”. Después de todo y en su defensa planteará su argumento “los hombres somos marionetas de la historia, de nuestro tiempo de vida”. Nuestras contradicciones e impulsos son parte de la inmanente lucha de clases. Lucha de clases que dicta nuestro devenir político…lucha de clases que según Althusser, mantiene a los guatemaltecos en este post-conflicto aparentemente imperecedero…

Bibliografía:

- “Pensamiento y expresión científica”, tomado del sitio www.infoamerica.org/teoria/althusser1.htm
- Touraine, Alain; “Louis Althusser, integrista marxista”. Tomado del sitio http://www.elpais.com/articulo/opinion/ALTHUSSER/_LOUIS/SOCIALISMO/Louis/AIthusser/integrista/marxista/elpepiopi/19901113elpepiopi_7/Tes/
- Moraga, Juan Carlos; “Pour Althusser”. Consulta electrónica.
- De Lucchese, Filippo; “Sobre el vacío de un encuentro: Althusser, Lector de Maquiavelli”. Revista electrónica Youkali. Sitio web www.youkali.net
- Mora Rubio, Juan; “¿Ruptura epistemológica o ruptura política?”. Consulta electrónica.
- Romero, José José; “Biografía de Althusser”. Sitio web http://www.webdianoia.com/contemporanea/althusser/althusser_fil_pen.htm
- Sitio web www.wikipedia.com